Bajo el cielo del santuario, se lleva a cabo una ceremonia sagrada conocida como el Vía Crucis o Calvario, una conmemoración que transporta a los devotos a través de los pasos de Jesucristo en su camino hacia la crucifixión. Desde el corazón mismo del atrio del santuario, una procesión solemne se inicia, trazando un recorrido meticulosamente diseñado que abarca las estaciones simbólicas que recuerdan los momentos más cruciales de la Vía Dolorosa.

En esta procesión, los miembros devotos de las cofradías o hermandades se hacen presentes, llevando consigo pasos procesionales que representan escenas icónicas y significativas de la pasión de Cristo. En medio de este solemne caminar, se llevan a cabo ceremonias de profunda trascendencia, tales como el Sermón de las Siete Palabras, un momento de reflexión y meditación sobre las últimas palabras pronunciadas por Jesús en la cruz. Además, se realiza el emotivo Desenclavo del Cristo, una representación simbólica del momento en que Jesús es retirado de la cruz.

La atmósfera es densa de espiritualidad y fervor religioso, con una emotividad palpable en cada paso. La ceremonia culmina con una procesión vespertina, donde la devoción y la solemnidad se entrelazan, recordando con reverencia y pasión el sacrificio de Cristo. La combinación de la fe, los rituales tradicionales y la emotividad que llena cada etapa del Vía Crucis convierten este evento en una experiencia profundamente conmovedora y espiritual para todos los presentes.

En la celebración solemne del Domingo de Resurrección, se lleva a cabo una procesión reverente que simboliza el conmovedor encuentro entre la Virgen María y su hijo resucitado. Este momento de profundo significado representa la reunión entre madre e hijo después de la Resurrección, encarnando la esperanza y la alegría tras los días de luto y dolor.

Durante esta procesión, los fieles se congregan para presenciar la representación simbólica de un emotivo reencuentro. La Virgen María, símbolo de amor maternal y fortaleza, se encuentra con su hijo resucitado, personificación de la victoria sobre la muerte y la promesa de vida eterna.

La emotividad se palpa en el ambiente, cada paso de la procesión está cargado de simbolismo y trascendencia espiritual. Este encuentro entre la Virgen y el resucitado es una representación conmovedora de la renovación de la fe y la esperanza, marcando el Domingo de Resurrección como un día de celebración, donde la luz vence a la oscuridad y se abre paso a un nuevo comienzo lleno de bendiciones y significado para la comunidad religiosa.

En la encantadora localidad de Santa Cruz, la festividad del Corpus Christi se engalana con una tradición artística única: la creación de exquisitas alfombras florales que embellecen las calles del pueblo. Esta expresión artística no solo deleita la vista, sino que también enaltece la profunda devoción religiosa de la comunidad.

Durante esta celebración especial, los residentes se unen para confeccionar meticulosamente alfombras elaboradas con pétalos de flores y otros elementos naturales. Estas alfombras, auténticas obras de arte efímeras, adornan el recorrido por las calles, creando un tapiz colorido que homenajea al Santísimo Sacramento.

La meticulosidad y la destreza en la creación de estas alfombras florales son un testimonio del fervor religioso y la creatividad de los lugareños. La festividad del Corpus Christi se transforma así en una experiencia visualmente deslumbrante y espiritualmente conmovedora, donde el arte efímero se une a la devoción religiosa para honrar la presencia de Cristo en la Eucaristía.

En la encantadora localidad de Celavente, la festividad de la noche mágica de San Juan se destaca por la presencia de una tradicional hoguera, cargada de simbolismo purificador en la noche más corta y mágica del año. Esta celebración en honor al santo se distingue por su energía contagiosa y arraigada tradición.

La hoguera, centro de la celebración, se convierte en un símbolo de purificación y renovación. Los lugareños se reúnen en torno a ella, compartiendo cantos, bailes y rituales que han pasado de generación en generación. El fuego, en esta festividad, representa la purificación de las energías negativas y la bienvenida a nuevas oportunidades y esperanzas.

El ambiente festivo y enérgico se impregna en cada rincón de Celavente durante esta celebración. Las tradiciones ancestrales se entrelazan con la devoción al santo, creando una atmósfera única y llena de espiritualidad. Esta noche mágica de San Juan se convierte así en un momento especial donde la comunidad se une para honrar su patrón, celebrando con alegría y arraigada tradición en un evento que cautiva los corazones y enciende la llama de la renovación y la esperanza.

El 16 de agosto, O Bolo y Las Ermitas se unen en una emotiva celebración en honor a San Roque, el patrón venerado por su protección hacia los enfermos de peste. Esta festividad es un homenaje conmovedor a la devoción y la salvaguarda que San Roque brinda a aquellos afectados por enfermedades. Durante este día significativo, la comunidad se congrega en un acto de fervor religioso, tejiendo plegarias en agradecimiento por su intercesión y buscando sus bendiciones para la salud y el bienestar colectivo.

La jornada se convierte en un momento de unión, solidaridad y fe, donde la comunidad entera se une en oración, compartiendo la gratitud por la intervención de San Roque y buscando su guía para superar adversidades. En esta celebración, se hace hincapié en la importancia de la esperanza y la resiliencia en tiempos difíciles, recordando la figura de San Roque como un símbolo inspirador de apoyo y fortaleza en medio de la adversidad.

El evento no solo es un tributo a la figura sagrada de San Roque, sino también un recordatorio conmovedor de la importancia de la compasión, la solidaridad y la fe en la comunidad. Esta celebración resalta la necesidad de unirse en momentos desafiantes, fortaleciendo la fe y el espíritu de esperanza mientras se rinde homenaje a San Roque como un guardián y protector de aquellos que enfrentan enfermedades y dificultades.

El día 15 de agosto marca una festividad única y de gran significado destinada a honrar un dogma mariano especial. En esta fecha tan destacada, la comunidad se une en un acto de profunda reverencia para conmemorar un aspecto particularmente relevante de la fe mariana. Es un día consagrado a la devoción, destinado a exaltar y celebrar con júbilo una doctrina o verdad de fe relacionada con la figura venerada de la Virgen María.

Esta festividad representa un recordatorio solemne de la importancia espiritual y del papel central que María ocupa en la fe católica. Es un tiempo dedicado a reflexionar sobre su significado trascendental y la influencia perdurable que tiene en la vida de los fieles. Más allá de ser una celebración, es un momento propicio para adentrarse en la contemplación y la introspección, valorando el legado espiritual de María y su papel como modelo de virtud y devoción para la comunidad católica.

El día 15 de agosto no solo es una festividad religiosa, sino un llamado a la reflexión y la conexión espiritual, un tiempo sagrado para honrar y reconocer la relevancia profunda de la figura de la Virgen María en la fe y vida de los creyentes.